Nuestro
país atraviesa por uno de sus mayores retos administrativos, económicos y
sociales de su historia y considero que la definición de nuestro status
político es uno de los recursos principales para atender este reto, es por eso
que considero que la discusión actual sobre el status no intenta resolver nada.
Cuando
observamos detenidamente la dinámica de la discusión del status es muy fácil
reconocer lo estéril del debate. El conflicto principal en toda discusión del
status de Puerto Rico es la tendencia de la gran mayoría de los participantes
de confundir los mecanismos con la finalidad. El momento que alguien menciona
“estadidad”, “ELA” o “independencia” es suficiente para confirmar su falta de
interés. Hago esta afirmación con mucha certeza porque un proceso o una
discusión que verdaderamente quiera obtener resultados, no puede comenzar por
la mitad del camino y eso es precisamente lo que sucede. De la misma manera que
la construcción de una casa no puede comenzar por construir el techo, la
discusión del status no puede comenzar por definir las opciones de status. Eso
no tiene ningún sentido.
Todo
proceso o proyecto comienza por identificar una necesidad. En el caso de Puerto
Rico la necesidad no es definir el status y eso debería ser un acuerdo
fundamental entre todas las partes. Nuestro país tiene muchas necesidades que
se pueden agrupar en áreas comunes. Se necesita aumentar el producto nacional
lo cual tendría repercusiones directas en múltiples áreas tales como los
recaudos del gobierno, el desempleo y la deuda nacional, teniendo repercusiones
indirectas en áreas como el desarrollo y mantenimiento de la infraestructura de
país, la economía subterránea que su vez impacta la criminalidad, el desarrollo
empresarial y muchas otras áreas. También se necesita aumentar el capital
disponible para el desarrollo empresarial, se necesita la integración a los
mercados globales, se necesita poder tener el control sobre la política fiscal
y preferible monetaria y la lista de necesidades se puede desarrollar mucho
más.
Una vez se
logre obtener un acuerdo mayoritario sobre las necesidades del país que sea más
detallado que tan solo decir “esto tiene que mejorar”, entonces es necesario
definir los requisitos de las opciones que atiendan directamente esas
necesidades. En esta etapa es donde ocurre el verdadero debate serio y
productivo. Por ejemplo, un requisito puede ser un acuerdo entre todas las
partes de que el país tendrá un crecimiento económico sustentable de X% y Y%
después del quinto año. Otros requisitos pueden incluir un aumento de XX% en las
exportaciones, un crecimiento del capital nacional de YY% en los primeros 10
años, un nivel permanente de desempleo no mayor de X% y una tasa de
participación de Y%. Los países planifican este tipo de iniciativas, estas
condiciones no se crean de manera espontanea como parecería que muchas personas
esperan que ocurra. Es en esta etapa donde se necesita la participación activa
de todos los puertorriqueños porque este el verdadero proceso que definiría el
futuro de nuestro país y esta no sería una discusión de colores.
Cuando
logremos un acuerdo mayoritario sobre cómo será nuestro país entonces se
comienzan a definir opciones de desarrollo que nos muevan a alcanzar las metas
definidas. Por ejemplo, podríamos acordaron una estrategia que nos lleve a un
portfolio económico donde la economía nacional esté basada en el capital
intelectual, la manufactura, la informática y un componente de turismo. Existen
muchísimas posibles opciones pero lo importante es lograr un acuerdo dentro de
nuestras posibilidades sobre la dirección que queremos seguir, un acuerdo que
no dependa de los ciclos políticos ni de los políticos que estén de moda.
Al tener
una definición clara y detallada sobre nuestras necesidades, nuestros
requisitos y un concepto de nuestras opciones, entonces puede comenzar un
dialogo sobre que configuración de status político (los mecanismos) y relación
con los Estados Unidos nos puede llevar a lograr esas metas. Este proceso de
análisis incluso podría identificar alternativas que no dependan directamente
de la definición del status y que por tanto se puedan trabajar de manera
inmediata. Un análisis de alternativas basado en necesidades y requisitos
acordados mayoritariamente minimizaría las dinámicas inertes y vacías sobre el
status político de la isla y enfocaría los esfuerzos en procesos que
verdaderamente nos lleve a soluciones reales. Idealmente el resultado podría
ser uno de consenso y se podría convertir más en un plan de transición hacia un
nuevo status que en un plan de definición de status. El resultado incluso
podría ser una combinación de condiciones que sea diferente a las opciones que
tradicionalmente gravitan en las orbitas de los partidos políticos.
Hoy día
ninguna de las conversaciones de status se encamina en esta dirección. Por un lado
tenemos a los estadistas con sus sueños de integración los cuales nunca han
tenido ni siquiera la atención de la nación a la que se quieren integrar
mientras que los grupos estadolibristas viven un serio conflicto existencial
donde los autonomistas buscan básicamente una estadidad jibara y los
soberanistas no desean tener un país soberano, todo esto en un debate donde lo
único que tienen en común es la defensa de la sagrada ciudadanía. Por otro lado
quedan los independentistas que simplemente representan todo lo que sea
anti-“americanos”. Mientras toleremos, promovamos y aceptemos estas discusiones
puramente deportivas entre los equipos rojos, azules y verdes nunca lograremos
movernos en ninguna dirección y seguiremos viendo un país lleno de posibilidades
que naufraga en el Caribe.
Definitivamente así es mientras sigamos siendo fanáticos de colores y partido político Puerto Rico seguirá en un estancamiento económico y perdiendo la credibilidad de todos los que están en la Política.
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