Monday, February 25, 2013

El problema es que A causa B


Nuestro país continúa su descenso al caos que muchos anticipábamos. Actualmente es difícil encontrar un renglón dentro de nuestra sociedad donde podamos decir que las cosas están bien. Las malas noticias parecen devorarse cualquier cosa que pueda parecer una buena noticia de la misma manera que lo hacen los zombis que tan de moda están por todas partes. En ausencia de informes que nos hagan sentir mejor, nuestra sociedad se conforma con complementar nuestra automedicación a través de todos los medios disponibles como el alcohol, sustancias de todo tipo, el consumo desmedido y la televisión vacía con la creación de videos de multitudes bailando tratando de mantener aquella categoría que nos otorgaron recientemente de ser de las personas más felices del mundo.

Los problemas parecen fáciles de definir aunque realmente no lo son. Vivimos en un estado constante de confundir efectos con causas y causas con efectos con el denominador común de que generalmente no somos directamente responsables de los efectos ni mucho menos de las causas. Lo vemos a diario cuando la familia de la víctima del día no entiende porque la tragedia le llegó al nene o la nena aun cuando “no se metían con nadie” o cuando no entienden como el sospechoso pueda ser sospechoso pues viene de una buena familia. También es muy fácil ver cuando los observadores sociales o ciudadanos en general se le acaban los dedos señalando a todos indiscriminadamente desde policías hasta maestros y desde políticos hasta ministros mientras se aseguran de cubrir con mantas oscuras todos los espejos de su casa no sea que por alguna razón alguno de esos dedos señale en la dirección correcta.    

Lo que sí está claro es que todo el que al menos mire fuera de su ventana verá una imagen bastante homogénea. Se ve una economía que por razones políticas está obligada a tratar de reinventarse aun cuando no ha terminado de inventarse, para ajustar la realidad económica de nuestro país pobre a la del país que por muchos años ha definido la economía global. La ironía mayor es que nuestro pueblo se ahoga por la cantidad de ciudadanos que por buenas o malas razones no obedecen nuestras leyes y el país se desintegra económicamente por estar obligado a seguir sin fallar una ley que no se escribió para el beneficio del pueblo de Puerto Rico. Todo lo que pueda describir con mis palabras podría quedar justa e inmediatamente obsoleto si lográramos un buen comienzo partiendo de tener la capacidad de escribir nuestras leyes sin la necesidad de armonizarlas con las leyes de ningún otro país.  

Lo que tenemos frente a nosotros quizás no es nuevo pero no creo que tenga precedente. Los gastos del país superan por mucho nuestros ingresos. Pueden ser muchos los factores que aportan a esa realidad, la cual no es exclusiva nuestra pues son muchos los países que están en condiciones similares aunque por razones muy diferentes. Dentro de esa realidad innegable las primeras ideas que surgen son las que podría ofrecer un estudiante de primer grado que ya pueda sumar y restar. “Reducir los gastos y aumentar los ingresos” será la consigna que escucharemos una y otra vez. En ocasiones le buscarán apodos para que parezca una idea diferente, un día le dirán medicina amarga, otro día le llamarán “meter la mano en el bolsillo del consumidor”, quizás le llamen aumento en el costo de vida, austeridad, ajuste del mercado o “todos hacernos responsables de la recuperación” pero en realidad todas son exactamente lo mismo y al menos ninguna de ellas es una solución real. En ocasiones se presentarán aparentes soluciones muy populistas que tendrán el respaldo de muchos pero que términos prácticos no solucionarán nada como la famosa reforma legislativa la que considero un ejercicio de presentar una solución para luego tratar de identificar el problema a resolverse.        

Junto a la mezcolanza de condiciones y limitaciones económicas se añaden una seria de agravantes y derivados que empañan la capacidad que podamos tener de concentrar nuestros esfuerzos en la búsqueda de soluciones antes de darnos por vencidos y dedicarnos al lamento borincano.

oh Borinquén! La tierra del Edén
la que al cantar, el gran Gautier
llamó la perla de los mares
ahora que tú te mueres con tus pesares
déjame que te cante yo también

Los agravantes derivados son mucho más fáciles de identificar que los problemas; criminalidad, falta de sistemas de educación (familia, sociedad, escuela), desintegración de la familia, especialmente al tener las cárceles llenas de nuestra sangre joven, y la ausencia total del sentido de comunidad que se manifiesta desde el radio a todo volumen que puede tocar la música a cualquier hora hasta los tiroteos y machetazos entre vecinos.  

Dentro de todo este caos nacional, en la mayoría de los casos no sabemos ni cuáles deberían ser nuestras responsabilidades como ciudadanos y simplemente hacemos lo que hace el que está frente a nosotros esperando que el de atrás haga lo mismo que hacemos nosotros. Leemos al periódico para estar informados, discutimos los problemas sociales con todo el que tenga un minuto disponible, votamos para participar de la democracia, tomamos una posición a favor o en contra de la iglesia, conocemos el árbol genealógico más todas las andadas de cada figura pública y vemos documentales del discovery chanel para expandir nuestro intelecto. Mientras tanto nadie, ni una sola persona propone una solución real. Después de todo, realizamos nuestro deber social cada cuatro años tocando bocina en las caravanas antes de ir a votar o separamos nuestra mente del proceso político para declararnos libre pensadores. Ambas opciones cualifican a sus participantes a criticar intensa y constantemente al gobierno de turno desde la comodidad de una silla de playa.

Si fuésemos lo suficientemente honestos al preguntarnos quien es responsable de que nuestro país esté como está y de identificar quien puede encaminar el país en una mejor dirección no tenemos que mirar muy lejos para encontrar la contestación pues al mirarnos en el espejo veríamos tanto al responsable como al posible salvador. Nuestro país no está en la situación que esta por las malas administraciones, por el gobierno anterior, por los Estados Unidos, por Pedro Roselló, nuestro país sufre uno de sus peores momentos en su historia por las acciones de todos los que hemos contribuido a través de muchas generaciones a construir esa historia. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver y creo que no hay un mejor dicho para resumir nuestra condición.

Acusamos a los políticos, como si los políticos formaran una masa homogénea de seres de otro planeta que ocasionalmente bajan a nuestro país a causar estragos. Esa no es la realidad. Es cierto que históricamente las decisiones de los líderes del país han contribuido a nuestra crisis actual pero también debemos preguntarnos quienes son esas personas. Esas personas son puertorriqueños al igual que todos los demás que fueron a las mismas escuelas, a los mismos supermercados, a los mismos juegos de pelota, a las mismas iglesias que el resto de los puertorriqueños. Algunas personas dirán que se necesita tal o cual enlace para que un ciudadano común pueda entrar en un círculo político pero esa no es la realidad. Lo peor de todo es que además de que cualquier persona puede aspirar a un puesto electivo, es el pueblo y solo el pueblo quien determina que personas ocupan esos puestos. El problema está en que el voto es solo el comienzo del proceso democrático. Constantemente me pregunto a quien se le ocurre que es posible que esperemos que elegir a un ciudadano a quien solo se lo requiere que sea mayor de edad y sepa leer y escribir, sea la manera de atender nuestros problemas de país. Nadie se dejaría hacer una operación de corazón de la persona con más carisma del país solo por su carisma pero si entregamos todos nuestros recursos nacionales a las personas de más carisma y luego no le damos seguimiento pero si esperamos buenos resultados. Los líderes políticos representan el pueblo, una vez son electos empieza el trabajo del pueblo de expresar su voluntad para que sea representada. Las personas generalmente esperan que el milagroso cambio llegue con el cambio de los puertorriqueños electos luego de unas elecciones y naturalmente se quedarán esperando el cambio. La única razón para eso es que las elecciones nos permiten marcar un término medible de tiempo pero no hay razón para que eso sea equivalente a un cambio social o económico. El cambio se tiene que trabajar cada día, hora tras hora.  

Los políticos no son el único foco de atención a la hora de encontrar culpables. El señalamiento que me resulta más interesante de todos es el que acusa a los medios de engañarnos, de no informarnos o de proveer información incompleta. No creo que exista un mejor ejemplo de nuestra confusión social. La persona que espere que nuestros medios nos informen no entiende NADA sobre la naturaleza de los medios. Vivimos en un sistema capitalista y no lo digo de manera despectiva, lo menciono porque el principio que rige nuestra economía se basa en que los dueños del capital emplean su capital en sistemas o productos de los que se considera que existe una demanda con el único objetivo de obtener una ganancia y aumentar su capital. Si un empresario entiende que existe una mayor ganancia en emplear cuatro reporteros para que sigan a Maripily veinticuatro horas al día siete días a la semana, ese será el objetivo de ese medio de comunicación. Nadie se puede quejar o puede criticar el que se cubra a Maripily y no al Capitolio porque si consumimos el informe de Maripily e ignoramos las noticias del Capitolio entonces somos los que definimos la demanda. Los medios nos van a proveer lo que consumimos no lo que necesitamos, proveernos lo que necesitamos no es su función ni su razón de existir. Si queremos mejor información el primer paso es dejar de consumir la porquería.

Algunos adictos al populismo dicen cosas como salvemos al país e ignoremos a los bonistas porque el interés del ciudadano está por encima del interés de los banqueros. Tengo que admitir que suena bonito, suena agresivo, suena desafiante pero también suena a disparate. La mentalidad lineal es uno de los pocos pecados reconozco como pecados mortales. Ignorar que vivimos en un sistema de elementos interdependientes es ignorar nuestra naturaleza. Ignorar la clasificación de nuestro crédito y nuestras responsabilidades es igual que ignorar al pueblo porque son elementos que dependen directamente uno del otro. Biológicamente es imposible analizar sistemas complejos en nuestra mente pero si tenemos la capacidad de definir y modelar sistemas complejos para desarrollar su análisis. Debemos maximizar el uso de esa capacidad para convertirnos en exterminadores del pensamiento lineal que niega la realidad misma para sostener que A causa B y B causa C, tan tan. Tenemos una oportunidad de trabajar con nuestro prójimo cada vez que diga “el problema es que A causa B, lo vi en las noticias”, es nuestra misión evitar que se siga cometiendo ese pecado.  

A través de los años hemos creado el equivalente a iglesias sociales. Una iglesia nos mueve en masa a respaldar ideas comunes y tomar una actitud deportiva de defender nuestro equipo azul o rojo sobre todas las cosas, esperando que mágicamente esta vez el cambio si llegue porque tenemos a un abogado de turno que será responsable de funciones estrictamente administrativas. La otra es la iglesia del sarcasmo y los brazos caídos que nos hace sentir más intelectuales que nadie porque no respaldamos las masas, criticamos todo lo que se nos ponga de frente y expresamos nuestra individualidad a través de todas las redes sociales disponibles. Ambas iglesias hacen la misma aportación para resolver nuestros problemas sociales que hacen las marmotas que juegan baloncesto. Mientras tanto cada vez tenemos más responsabilidades como país, menos dinero y el caos solo aumenta.

Si en algún momento logramos llegar a ser honestos con nosotros mismos y reconocer la necesidad de que cada uno trabaje intensamente en colaboración para la búsqueda de soluciones, quizás podamos comenzar a cambiar la dirección del país. Cada día, cada hora, cada minuto necesitamos ser el cambio que queremos ver pero para poder conocer cuál es ese cambio tenemos que educarnos, desarrollar nuestra objetividad, reconocer nuestra interdependencia, reducir el sarcasmo, convertirnos en enemigos del pensamiento lineal de las frases pre-digeridas como “reducir gastos y aumentar ingresos”. No existe una solución exclusiva, lo que podría existir es un despertar social que nos ayude a entendernos mejor y definir tanto lo que nos falta como la manera de conseguirlo. Necesitamos saber que tenemos que hacer hoy, mañana y cada día para poder mejorar nuestro país. Quizás se pueden leer estas palabras como las de un optimista pero las escribo como las de un ciudadano que conoce claramente al igual que tú los resultados de seguir haciendo lo mismo o de no hacer nada.

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